La Coca-Cola del recuerdo

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Fuera de Cuba al saborear un suculento manjar uno piensa con cierta culpa en la familia, que no choca ni jugando con “la bola”, que allá todo viene en curva... que el aceite es lujo y el bistec especie en veda, que no hay leche, ni FA, ni jabón, ni más na’ -que no hay, que no hay, que no hay- que 'aquello' anda perdido de la bodega y que lo 'otro' no lo sacan mas.

Desde que tengo uso de razón recuerdo el entusiasmo con que mis abuelas narraban los detalles de todas las golosinas que habían en la isla cuando el Capitalismo, la Coca-cola a medio, el mazareal, el Ironbeer, la Jupiña , el puesto de fritas y decenas de otras cositas que un día me encontré con asombro -al caer de fly- en el Sur de la Florida.

El régimen cubano carga con la responsabilidad histórica de haber desmantelado la Industria alimenticia nacional, de descontinuar la producción de los tradicionales comestibles del pasado e incluso, de impedir el placer de degustar platos que se ligan a nuestra identidad; y es que cualquier medio les sirve con tal de mantener a sus ciudadanos ocupados en - la lucha- por la sobrevivencia.

Por eso en vez de olvidar las penas que pasa nuestra gente del otro lado del muro, me alegra encontrar en el mercado el recuerdo de mis abuelas... que revivo entre merenguitos, barras de queso crema, guayaba, raspaduras, boniatillos, panque con pasas y mil cosas más con las que pongo a gozar mi paladar. Estoy seguro que algún día esas golosinas volverán a Cuba, porque aunque se hagan hoy aquí, verdaderamente pertenecen allá.

GeNeRaCiOnAsErE/La PANDILLA