Download

Recent Posts

30 de octubre de 2007

On martes, octubre 30, 2007 by GeNeRaCiOn AsErE in    7 comments

La ‘Semana de cuentos pioneriles’ coge impulso. Luego de reirnos con el ‘hit de los matutinos’ del guicho, hoy le toca el turno al yoyo de
Jinetero, ¿... y qué? El yoyo es nuestro ‘partner in crimen’ en esto de blogear y a la vez un buen amigo. Si quieres reír, llorar y entretenerte (todo a la misma vez) visita entonces el blog del jinete.
.

.

¿Te conté cómo fue mi primera vez?

.



El verano de mil novecientos setenta y ocho fue especial para La Habana. Entre otras cosas ese año el edificio Focsa recibió la segunda de las tres manos de pintura que ha visto en sus cincuenta años de existencia, pero eso es tema de otra historia. El XI Festival de la Juventud y los Estudiantes había obrado el milagro también de traer miles de jóvenes que alegraron la ciudad y que se alegraron en ella. Yo, que por aquella época había colgado la pañoleta y ya no usaba pantalones cortos, tuve la oportunidad de pasar un mes entero en el campamento internacional de Pioneros de Tarará como delegado cubano al evento compartiendo el lugar con delegaciones de Europa del Este. Fue la primera vez que vi de cerca unas rusitas todas rubiecitas ellas, muy dadas a jugar con la cadena… y también con el mono; hecho este que me dejó marcado para siempre y que con los años devino en mi desenfrenado vicio de coleccionarlas (las rubias, no las cadenas). Claro que a estas alturas las rubiecitas tienen casi dos metros de alto, medio de ancho y no hablemos de profundidad; porque eso tampoco es tema de este relato. El caso es que yo tuve la oportunidad de pasar un mes de despelote y gozadera, como nunca antes había tenido en mi vida.
.
Ese verano, para no variar, fue caluroso en extremo. Por eso además de no hacer nada, pasamos los días metidos en el agua del nuestro azul Caribe. Los más pequeños tuvieron la oportunidad de jugar a hacer castillos de arena profundizando así la amistad inquebrantable entre los pueblos progresistas del mundo, mientras los más grandecitos nos dedicábamos a vacilar los prematuros senos de las visitantes europeas que iban al aire al menor descuido de los guías y profesores cubanos. Las noches por su parte eran una diversión continua, bailando hasta la hora del silencio que era, además, muy flexible. Las rusitas de mi cuento, obsesionadas con las tibias aguas del mar y dada su poca gracia para el baile, descubrieron un placer adicional. Bañarse desnudas en el mar durante la noche.
.
Nadie sabe cómo, poco a poco se empezó a comentar en todo el campamento que un ahogado vagaba por la playa durante las horas de oscuridad. Salía con la caída del sol y se mantenía ahuyentando las inoportunas visitas a la playa hasta que, llegada la mañana, se marchaba a descansar en las profundidades del océano. Este era su territorio, si alguien se atrevía a profanarlo era recibido con un chillido de ultratumba que no cesaba jamás... Bueno, bueno; no es pa´ que lo crean, ese era el cuento que les metíamos a las rusitas ingenuas que, al ver aquella aparición, corrían desnudas hacia nosotros que, casualmente pasábamos por allí. Y ya en tales condiciones pues les dejábamos satisfacer toda su curiosidad... y jugar con el mono.
.
Esa noche me tocó a mí el papel de fantasma. Terminada la comida me fui con mi sábana y mi linterna a esconderme entre los matorrales, justo detrás de los albergues de la delegación de Yugoslavia. El tiempo era tórrido como siempre y los mosquitos estaban en su punto: parecían negritos que me acribillaban desde todos los flancos con sus lanzas. Estaba ya casi devorado, casi desangrado cuando oí ruido entre la maleza. Pensé que había llegado la hora de la función y avancé a través del matorral haciendo movimientos tontos, preparado para hacer sonar aquel artefacto que chirriaba con un ruido de muerte. Mas la visión me hizo parar en seco. No parecía una aparición común, fea, sangrante como se les representan en las películas de horror sino todo lo contrario. Hacia mí avanzaba una joven toda belleza, toda desnuda, de piel tersa y bien cuidada. Me tomó de la mano y sin siquiera pedir permiso, con maestría absoluta para sus más o menos quince años me empujó hacia mi vida sexual por la puerta ancha. Era mi primera vez, ninguna experiencia tenía para aportar pero no hizo falta pues ella me dejé caer en su red y me descuartizó sin piedad. Después de aquel encuentro a la luz de la luna volví cada noche al mismo lugar, pero no la hallé. Ni en la playa ni en todo el campamento, ni siquiera en el comedor a la hora de comida cuando se reunían todos los estudiantes y profesores. Sólo quedó en mi mente el recuerdo de la luna que iluminó cada detalle del primer piercing genital que haya visto en mi vida y de una palabra, que nunca supe qué significaba, tatuada sobre sus nalgas: Rovinj.
.
Años más tarde tuve la oportunidad de trabajar en Gran Canaria una temporada. Después de la comida y habiendo terminado el trabajo salía de marcha junto con los colegas e invariablemente terminábamos despelotaos en los bares a ritmo de Bacalao. Una noche de despelote total, nos habíamos encontrado con un grupo de bailarinas croatas que, como nosotros, habían llegado a la isla a pasar un entrenamiento para la cadena Meliá. Bailé como nunca, las manos pa´rriba, pa´bajo y ellas, (unas cabronas) jugando con el mono y la cadena... y otra vez con el mono. Pero uno ya no está para esos trotes la noche entera, así que decidí hacer una pausa y acercarme a la barra a tomar algo. Fue entonces que mi vista se congeló sobre unas nalgas de competencia, que forcejeaban con un pantalón a la cadera. Sobre ellas tatuadas unas letras que me robaron el aliento: Rovinj…
.
Juro que a su lado hice de todo para llamar su atención, pero no era cosa de llegar y decir: ¿Sabes quien soy? Aquel al que le robaste la virginidad una noche en la playa hace casi 30 años. Pedí una cerveza sin atreverme a mirarla, conformándome con la imagen en el espejo tras la barra y creo que ella advirtió mi insistencia porque se volvió hacia mí y yo quedé colgando de una esperanza ¡Era mi musa! Pero el tiempo, el implacable, le había cobrado cruelmente la diversión que había tenido en su vida. Me miró sólo un momento, sonrió cortésmente y luego continúo animadamente la charla con su amiga como si nada.
.
¡No me reconoció…! Quizás el tiempo haya hecho lo mismo conmigo.
.

7 comments:

Güicho dijo...

Googlieando Rovinj sale que es una bonita ciudad turística croata. Había también un testimonio gringo de que allí las chachas son guarosas, y van muchas todos los años.

La cuestión es si será posible reconocer a un one-night-stand después de 30 años. No me refiero a alguién físicamente muy extravagante, desde luego. Pero apenas una rubia con un tatuaje en el culo?

Yoyo, asere, esto aquí no era de pioneritos? Ya vamos por mal camino.

GaviotaZalas dijo...

Tiene razón Guicho la palabra me era familiar. La ciudades de Croazia son preciosas, a esta no he ido todavía.
Que historia esta del Yoyo,,,El mundo a veces es más pequeño de lo que pensamos y las probabilidades de una en un millón se materializan.

General Electric dijo...

el Güicho tiene razón, de hecho, de la precocidad del "pionerito" que anunciaba Güicho en el título de su historia, Yoyo aquí hace "alarde". Y el lema, nunca mejor dicho:

"Eres enano, eres lampiño, pero esos güevos no son de niño... "

GeNeRaCiOn AsErE dijo...

Yoyo no sé como no le pellizcaste el tatuaje... tiempo cosmonauta de MTV con banderita incluida...
–esta tierra es mía-

Al

GeNeRaCiOn AsErE dijo...

Pues SI, los primeros días de la semana ‘pioneril’ han sido un poco ‘gueveril’, así que por eso mañana las niñas van al desquite...

t

Ivis dijo...

Yoyo, muy divertida tu historia, compadre, lástima que el sueño terminó, como suele pasar en la vida real.

Arimarfilia dijo...

sip, the dreams is over... what can I say...

caballero ni había nacido.. en 1978... pero si fuí TaRARA.