La involución del pregón en Cuba. (el divorcio del marketing)

Hace solo unos horas recibí carta una de mamá en la que me cuenta lo siguiente,

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....En estos días penosos de cuidar a tu tía en el hospital a veces me ha sorprendido la risa, al escuchar como pasa la gente por la calle vendiendo de todo y eso que estamos en un 5to piso. ¿Puedes imaginarte el grado de ruido que alcanzan los pregoneros? La Habana aun a pesar de la escasa circulación de vehículos y transporte urbano, ostenta uno de los más altos niveles de ruido que pueden tolerarse en las urbes desarrolladas de nuestro planeta. ¿Por qué? Pues por el nivel de gritería que despliegan entre sí sus implacables habitantes, entre los que me cuento a mi misma.

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¡Tamales caleeeenticos! ¡Agarra tu escoba, no seas bobaaaa, que también viene con su haragan!! ¡Aguacates maduros... yuca fresca, fruta bomba aaaa 5 pesos la libra!

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Tras la persiana, veo como allá abajo en el portal de enfrente venden hasta tazas de baño con lavamanos incluidos, es un tipo en camiseta que ha tomado parte de la acera para traficar con muebles, piezas de plomería y cuanto tareco pueda llevarse un alma del edificio que construyen a un costado de la esquina.

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Luego de haber leído la carta de mi vieja, pensaba en el origen onírico, folklórico y hasta místico del pregón en Cuba como continuidad del tronco latino, "africanado" y mediterráneo, que eterniza el cancionero popular por el panquelero, los tamalitos de Olga y claro, por ese grito inolvidable de Moisés Símons, el más famoso que un cubano ha imaginado jamás

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–¡Maniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!-

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No se asusten que no voy a dispararles un ensayo sobre el tema, tampoco se trata de vituperar a Miguel Barnet en su dicotomía sabia del pregón como canto o grito. No, no, no olvídense que no voy a reciclar en vano el sonido de otras voces importantes de nuestra cultura nacional, o de aquellos que recientemente han saludado el renacer del pregonar como la luz en medio de un oscuro puente nombrado Periodo Especial.

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En Cuba ahora mismo está sucediendo algo que desvirtúa la esencia del pregón y es la carencia de un mercado en el que existen “oferta y demanda” como mecanismos reguladores de la venta.
Los vendedores se sienten únicos propietarios de la mercancía que como siempre y como todo allí, es ilegal, elemento que los coloca como dueños de una ventaja sobre el cliente y a la vez en una situación desventajosa al sufrir el miedo a las reglas ridículas que a diario les impone el Estado.

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Cierta tolerancia temporal (vieja estrategia del régimen) ha alentado a que algunos cuenta “pro-pistas” se arresten a vociferar en la Habana de estos días, aun corriendo el riesgo de que cambie de pronto la política o de aparecer ante la prensa oficial como chavacanes mensajeros del mal.

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¿Por qué para los vendedores no hay rama de olivo?

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-¡Agarra tu escoba aquí!-

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Es un grito de miedo, de aprieta el culo y dale a los pedales mulato que tengo que salir de esto ahora o nunca. ¿O lo tomas o lo dejas?

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El pregonar del aguerrido vendedor cubano que hoy se arresta a salir a las calles de la isla no respeta a leyes naturales del marketing, es más, las ignora conciencia porque a despecho de la lírica tradicional de sus antecesores, él cumple con la misión histórica de llegar sano y salvo a su casa, sin que un guardia le multe o le detenga por malversador, por engendro capitalista y traidor a la patria.

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Hoy ese “trapicheo” alternativo al gobierno, conocido fuera del país como “mercado negro”, se me antoja como un escalón relegado en Cuba al estadio de Capitalismo primitivo de mercancía-dinero-mercancía y del cual espero que algún día se convierta en dinero-mercancía-dinero incrementado, para que con la anuencia de las leyes y el embullo de los criollos recupere de una vez la gracia original de su lirismo y que podamos cantar con razón aquello de –¡Qué pregones mas LINDOS... se escuchan...!

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GeNeCiOnAsErE/tonygm