¿Seremos cómo el Che?

En el marco del “cuadra-griiisimo” aniversario de la muerte de Ernesto Guevara en Bolivia y luego de tres generaciones que crecieron bajo la égida de un lema que nos impulsaba a seguir su modelo de “revolucionario”, nos preguntamos hoy, encima de los escombros de la Habana destartalada, de la familia dividida y de la cara siquitrillada de nuestros viejos que se miran cada día en el espejo y solo encuentran el silencio de su juventud perdida...

¿Es que somos cómo el Che?

¡Los abuelos murieron hablándonos del Capitalismo y los amigos se han quedado solos jugando dominó bajo el farol de la esquina , este mundo sigue y seguirá patas arriba, pero mientras los nuevos muchachos solo piensan en resolver o en encontrar la mejor forma de abandonar la isla. El joven que no ha se ido sueña con hacerlo, porque la única opción decorosa que le brinda el gobierno es la de vivir fuera de Cuba.

¿Es que somos cómo el Che?

Claro, también del otro lado están los “culpables” de que siga el bloqueo... la viva encarnación del enemigo, el pretexto ideal para que continúe la lucha; pero la cosa se complica cuando a esa “mafia” de cubanos disidentes poco a poco se la ido sumando el muchacho de la esquina, el pionero recién exiliado, un nuevo tipo de “traidor a la patria”, el mal-vado joven con desviaciones ideológicas, aquel que hasta hace poco fue el símbolo del futuro y formó parte del pueblo, pero que de pronto -ZASSSSSS- como por arte de un "viaje" se transforma en parte de la “gusanera”. El deportista... el científico... el trabajador destacado, en un santiamén es declarado desertor porque en verdad se cansó de tomar distancia en la larga fila de los ciudadanos del silencio.

A estas horas de la locura se nos hace imposible soportar la continuidad histórica de una “bronca” que no empezamos, especialmente hoy, que sus protagonistas boquean de lado a lado... aun llenos de ese odio que en realidad nunca llegamos a profesar.

Que difícil continuar con el juego pretencioso de que en Cuba aun se puede construir el SocialISMO, venir con ese cuento a estas horas de la locura, cuando todos sabemos que lo único que desean los generales es sostener el derrumbe inminente de un régimen de poder que primero engañó a nuestros padres y luego intento hacernos creer, que con el esfuerzo decisivo de un pueblo se podía cambiar para siempre la faz de la tierra.

Digámoslo de una vez, los Stalin de este mundo tienen más culpa que todos los Rockefeller, pues nada fue peor que robarnos la esperanza.

Nosotros, a los que a la revolución le debemos todo lo que somos y de paso también lo que no pudimos ser, entendemos que ahora ha llegado el momento de pedir la palabra que siempre nos fue negada para de una vez y por todas preguntarnos:

¿Es que somos cómo el Che?

GeNeRaCiOnAsErE/