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9 de agosto de 2007

On jueves, agosto 09, 2007 by GeNeRaCiOn AsErE in    7 comments
A fines de los 80’s, cuando cursaba aun el grado 11no, comencé a escaparme por las mañanas para visitar “la playita de 16”, iba hasta allá por la avenida 1ra del reparto de Miramar. Una poceta infame, aquella playa, tal vez la más puñetera de la Habana y de toda Cuba. ¡Ah, pero cuan raro y estupendo era el disponer de aquel OASIS, lleno de jóvenes deseosos de olvidarse del comunismo y con tremendas ganas de pasar un rato en el extranjero. Justo antes de que aparecieran los hoteles nuevos con las jinetas y sus extranjeros, la playita fue uno de los lugares con más swing en la isla.
Recuerdo aun mi primer día en 16, fue una mañana de Mayo y todo el mundo comentaba cuan clarito habían entrado por la noche anterior, los canales de televisión desde el yuma. El muro al borde del mar estaba lleno de muchachos con radios rusos (marca VEF) que sintonizaban a todo volumen y en FM las emisoras de Key West.
¡Aquello parecía MIAMI!
Lo único malo era, que para entrar en el agua tenias que ponerte tenis pues el erizo era tan abundante que te daba al cuello.
Durante todo el verano escapé día a día a bañarme al Miramar de los que no tenían acceso a Varadero o a los círculos sociales de los comuñangas. Me iba a la playita para ligar, a relajarme del ambiente estricto de mi casa y a escuchar la buena música de los “johnnys de enfrente” haber si así me olvidaba de los pujos del “canal 6”, al que no salvaban ni los video-clips de “Prismas bajo el Sol”.
Era una tarde de indio brillante, de hambre atronadora, cuando Daniel y yo nos colamos nadando por el hueco del muro partido, directo hacia al vecino club Cristino Naranjo. Tan solo fuimos para partir algunas fritas y maltas, que allí vendían por casi nada, a los beneficiados del Régimen. Luego de un par de colas, mojados y con la sal reseca en la trusa, constatamos con tremendo desgano que en la cafetería solamente quedaban sorbetos y jugo de zanahoria. Candela! En el mismo momento que nos disponíamos a salir, veo a una rubia de ojos grandes que tomaba sol en el muro leyéndose un libro de...., de Julio Cortazar claro. ¡Wow, que niña!
“...un silencio universal y la vida se paró... “ Poco a poco supe de la vida y obra de Fabiola, ella tenia algunos años mas que yo, aunque por suerte me acompañó mi estatura precoz (la misma desde los 13) así que, guayaba tras guayaba le fui contando que mi padre era colega del suyo (¡mentira!) que yo también quería irme en un futuro a luchar para cambiar el mundo, (bah... tremenda baba) uno a veces se inspira. El socio me miraba serio desde el muro (preocupado por nuestra ropa y a la vez cagandose en mi madre por la espera) al fin di un beso suave a la mejilla de aquella burguesita de casta re-volu-cionaria, no sin antes recomendarle que leyera todos los días antes de dormir, el Capitulo 7 de Rayuela. Nos vimos a la mañana siguiente. CLARO. Yo colado por el hueco y rezando doblemente que no me pidieran el carnet. ¡Que rush infalible de hormonas, la del bochorno y el miedo para un adolescente luchador en la Cuba contemporánea! Aquella segunda vez me preparé mejor, fui a verla con un short de nylon prestado, con el reloj acuático del tío Perico y con mi socio Daniel (de nuevo encojo-nao) a cargo de custodiar nuestra ropa en la playita. Tanto jodi, muela arriba y muela abajo... que la rubia al final me dio la dirección de su casa (que si no me falla la memoria era cerca del Latino) y así quedamos, en ir a alguna parte que ahora no recuerdo porque nunca más aparecí.
Lo que en verdad me jodia era haberle mentido a ella y a mí mismo, no el hecho de pasar por el hijo de un dirigente, porque con 16 años a uno le importa un huevo la política y si hubiese podido seguir con el cuento lo hubiera hecho, pero al final no sé por qué me falló la cara y nada... me quedé yendo a la playa de 16, con la vista fija en el hueco del muro por donde entrabamos todos los colados al club, pero sin el valor suficiente para cruzar del otro lado.
Años después vi de casualidad un día a la muchacha, no fue en el Cristino, sino en L y 23.Vedado. La Habana 5. Fabiola para entonces se había convertido en una flamante periodista que a pesar de su juventud, ya trabajaba para la televisión cubana. Sonó la campana y fuimos al medio del ring, ella “tenia un rostro ajeno al que yo amaba" y yo (vaya usted a saber que le parecía) con mi facha de freeki, rocker, joven desviado, en fin: un lumpen proletariado.
-¿Y qué...?- me dijo, como quien no quiere la cosa.
-Aquí... - le dije, -Esperando...-
Luego seguimos de largo cada uno por su lado y si te vi no me acuerdo... Entonces ya, chirin-chiran, se acaba el cuento, desde cada esquina nuestro mentor “orgullo” tiró la toalla y nos perdimos el chance de decir nuestras verdades.
Días después en el canal CTHV, vi un reportaje de la periodista sobre el hecho histórico de los mangos de Baragua, en el cual se reproducía el dialogo siguiente:
-¿Entonces no nos entendemos?-
-No, no nos entendemos-
Yo “no quisiera un fracaso en el sabio delito que es recordar” pero a veces me entra la impaciencia por saber si los jóvenes cubanos que antes no coincidimos, hoy, a las puertas de un mañana distinto en la isla, tengamos la paciencia para desenmascarar al estoicismo como falacia hipócrita y olvidarnos, de las diferencias de clase, de opinión y de genero.
Me importa un diablo lo que digan, pero creo que cuando llegue el momento, será cuestión de ir a vernos, los exiliados de afuera como los de adentro y entre ellos los padres, los hijos, los nietos... salir a votar todos juntos y conseguir un verdadero entendimiento, para que entre la Playita y el Cristino, se derrumbe al fin la cortina de hierro.

GeNeRaCiOn AsErE/tonygm.

7 comments:

GeNeRaCiOn AsErE dijo...

Amen

Anónimo dijo...

Yo entraba por el ferretero que estaba al lado (del cristino) y nadaba un tramito corto y ya estaba alli. Era solo curiosidad, para ver cual era el lio con aquel lugar.

Anónimo dijo...

Que sorpresa, compadre! Esto me hizo despertar mi memoria de juventud. Yo no habia pensado en estas cosas por hace un monton de tiempo.

Yo tambien iba al la playita del 16 y al triton. Tambien me metia ilegal en el Cristino, conocido como el club del MININT, y al hotel Sierra Maestra.

Pero, no me digan nada de los erizos, que jodedera chico!

Que tiempos aquellos compadre! En realidad, ahora parece que no todo estaba tan jodido. Quien lo iba a pensar caballeros!

Anónimo dijo...

despues que te los entierras, el dolor se quita con un palo, eso me lo enseno mi papa en mi primera experiecia erizada.

cantaclaro dijo...

Muy bueno su articulo. Me recuerda mis tiempos por la Isla, donde la diferencia de clases es mas notable.

La clase gobernante por supuesto vive mejor que la trabajadora pero la playita pertenece a la gente verdadera. Me ha gustado mucho lo que ha escrito. Yo mismo puedo verme reflejado en el.
Manuel Balboa

Anónimo dijo...

En aquel tiempo no pensábamos na´ más que en escaparnos del PRE y meternos en la playita de 16 y el Tritón. Ibamos colgaos de la 132. ¡Coño caballero´ no estamos volviendo viejos pa´l carajo! Ahora si no es en auto y con aire acondicionado no cuenten conmigo pa´ eso. Y por supuesto la playa de arena, si no, ni el sol.
Saludos
el_yoyo

Anónimo dijo...

Ah si, la 132 ...coño que peo compadre!