Lo que se vive este lunes en Chile. Por Camila Andrea Carrasco Ruiz

Caballero...no sé ni qué decir. Este país está patas arriba en la zona sur (en Santiago levemente, comparado con el sur). Nadie entiende por qué el ejército se demoró tanto en ir a la VIII Región (Concepción, Talcahuano), donde reina el caos.

La delincuencia se ha adueñado de la ciudad y los vecinos han tenido que organizarse para cuidar sus casas, haciendo fogatas afuera de ellas, y armados con palos, armas de fuego, cuchillos, lo que sea. Los delincuentes saquean todo lo que encuentran: molinos de harina, gasolineras, tiendas de ropa y electrodomésticos, supermercados, farmacias, estaciones de bomberos, camiones que llevan suministros para damnificados, camiones de bomberos, escuelas...y casas. Nada se salva. Si los cogen, se justifican diciendo que tienen hambre o necesidad...a ver qué primera necesidad resuelve un plasma de 37 pulgadas, un par de tenis o un refrigerador. Los delincuentes provocan incendios, ya sea para distraer a las fuerzas de orden y poder delinquir en otras partes, o por simple maldad.

Bomberos dijo que si no tienen 10 militares por estación, no van a salir a apagar incendios o rescatar gente.
Recién hoy salió la ayuda hacia el sur... ¿por qué? No tengo respuesta.
¿Descoordinación? ¿Pensaron que no era para tanto?

Se ha hecho un pésimo trabajo, en mi humilde opinión. Sé que es fácil estar en mi posición y buscar culpables, apuntar con el dedo, pero… ¿qué hay de la gente que murió porque se dijo que no habría tsunami ni maremoto, que mantuvieran la calma? Tanto la mantuvieron que el agua se los llevó. ¿Qué hay de los que están protegiendo lo que les queda con uñas y dientes? ¿Qué hay de los que sienten que han sido olvidados por el mundo? ¿Qué hay de los que están desesperados, sin agua, comida y ni un carajo, porque han perdido absolutamente todo?

Pero lo peor, lo más doloroso, es ver de lo que somos capaces los seres humanos. No es un loco haciendo locuras, son decenas de personas (no quiero pensar que sean cientos), desatando sus fantasías de anarquía, atropellando todo lo que encuentran, sin detenerse a pensar en nada ni en nadie. Y no, esas personas que saquean no son personas hambrientas, son delincuentes con todas sus letras. Esperemos que hoy, con la presencia de los militares, las cosas estén más tranquilas y la gente pueda, al menos, dormir con una angustia menos.

A pesar de todo eso, tengo confianza en que la mayoría de los chilenos sacaremos lo mejor de nosotros para superar esto, y que esta imagen de gente carente de humanidad, será sólo un mal recuerdo.

Para GeneracionAsere/Camila Andrea Carrasco Ruiz