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8 de noviembre de 2007

On jueves, noviembre 08, 2007 by GeNeRaCiOn AsErE in    8 comments
Hoy desempolvamos una colaboración de nuestro socio el Yoyo, desde el BLOG Jinetero, ¿... y qué?, quien nos habla sobre cuan desvalido está el cubiche que anda con su pasaporte de origen por el mundo, cosa que explica porque tantos compatriotas nuestros han optado últimamente por cambiar su nacionalidad.

Tanto dentro de la isla como al viajar por el mundo, el ciudadano cubano vale lo mismo que un diploma de vanguardia nacional, de permanencia en la escuela al campo, del cumplimiento a las 120 horas de trabajo obligantario, de cederista ejemplar, o de cabillero “A” en cualquiera de aquellas microbrigadas de choque.
Ser ciudadano cubano vale nada, pero en cambio haber nacido en Cuba lo vale todo.

Gracias al Yoyo, por la buena historia y las increíbles fotos de su viaje por Albania.
GeNeRaCiOn AsErE


TIRANA
(by el Yoyo)
Había leído un anuncio en la oficina de empleos al que nadie hacía swing y que parecía esperar por mí: proyecto en Tirana. - ¿Donde queda eso, tú? - En Albania, me respondieron.

El recuerdo reciente de la guerra de los Balcanes estaba bien fresco, por eso ningún culirosado ingeniero respondía a este ya añejado anuncio. Pero yo había tenido que hacer cosas peores con tal de comer: recadero, empleado de una línea erótica, chiflar y sacar la lengua y el mañana seguía tan incierto como cuando llegué. A pesar de estar curado de espanto de la guerra de Angola, no lograba tomar las riendas de mi existencia como inmigrante. Esta era la primera oportunidad de tener un empleo seguro y además de que me pagaran bien: me enrolo en la empresa y que salga el sol por donde salga. Fui el primero y el único que se presentó después de haber estado meses buscando un voluntario. Los señores que me recibieron pusieron mucho interés en explicarme en qué consistía el empleo y cuando acept, sonríeron aliviados. ”El que no se arriesga no cruza el río” me decía al montarme al carro de la esperanza: A lo mejor esta vez me llega la buena. Total, todos los días muere gente y yo me estoy muriendo poquito a poquito.

Mi primer encontronazo fue al enterarme que los cubanos necesitamos Visa para ir a Albania (a donde no), pero más vergonzoso es aún que necesitemos una carta de invitación de alguien que garantice nuestra supervivencia allí y se asegure de que, terminada la estancia, no nos quedaremos ilegales en su territorio.

- Ven acá chico –le decía yo al cónsul- Mira donde estamos parados tú y yo. Estamos sentados en la cima del mundo y tú temes que yo deje esto, que me baje de aquí pa´ quedarme ilegal en tú país, que no está ni siquiera en el culo del mundo. ¡Coño deja el abuso!

Pero las leyes son las leyes y este cubanito, o entraba por el aro, o no pisaba Albania y mucho menos veía los millones con los que ya soñaba cada noche. Al menos el tipo cuando vió que estaba invitado por una empresa importante, consintió en acelerar el documento de una semana, a sólo tres días. Y así, un soleado viernes aterricé en Shqipëria (así se escribe, no me pregunten cómo se pronuncia), tras una remota posibilidad de hacer negocios y sobre todo mi vida. El clima era agradable, siento calor y eso, para mí que vengo del polo norte, se agradece. El aeropuerto es pequeño, modesto, una pista de tierra con unas casetas allá al fondo. El mío es el primero de los tres vuelos diarios que recibe el país, el trámite debe ser cosa de minutos. La cola avanza rápido.
- ¿Qué lo trae a Shqipëria?- Business señoritas, soy bisnero.

Ella abre mi pasaporte, mira la Visa, busca en unos papeles, llama por teléfono, pone mi pasaporte a un lado y llama al próximo. Por más que le pregunto me ignora. Así cuando termina la cola decide llamar por teléfono, cuelga y nada.
- Bueno ¿y yo qué?- Su Visa no es valida.- ¿Cómo? Esa me la dio un tipo en su consulado, mire los cuños oficiales.- Si, pero esa Visa debe ser activada por el Ministerio del Interior de acá y eso toma al menos una semana.- ¿Y qué se puede hacer ahora?- Esperar a que la activen.- ¿Una semana? ¿Donde espero yo una semana?

Ella cierra la ventanilla y se va a fumar tras unos cristales. Pasa olímpicamente del negro que ya está maldiciendo (en español, por si acaso) la hora que se me ocurrió venir a este lugar olvidado por Dios. Me queda el móvil que, por suerte, tiene cobertura. “La cosa se va a resolver. Ahora mismo te enviamos un abogado para allá”. Un tipo vestido de traje amarillo pollito me saluda como si fuera amigo de toda la vida, es el abogado. “Nada se puede hacer, es Viernes y la gente ya ha terminado de trabajar en el ministerio, vamos a tener que esperar al lunes” me dice sonriente y se marcha.

- Tú no te preocupes, esto lo converso yo con el primer ministro. Esta es una vergüenza - me dice la gente de la empresa, personas que aseguran ser tan influyente que pueden, levantando el teléfono, tirar al ministro de la cama.

Pero nada, las horas pasan y yo sigo allí. Sólo queda esperar por la buena gestión dando vueltas dentro de la instalación que se ha convertido en mi cárcel. Hoy, cuando escribo esta historia he encontrado que el aeropuerto Rinas es una moderna instalación hecha por americanos y alemanes. Na´, eso será ahora porque en aquella época no era el moderno aeropuerto que veo en las fotos, ni yo sobreviviría como aquel personaje famoso que sobrevive en el aeropuerto parisino. Para decirlo como todo un ingeniero, aplicando la regla de tres: Francia es a Albania como el Charles de Gaulle de París es a aquella mierda en la que me encontraba. Comparable por su tamaño con la Terminal de Ómnibus de Güira de Melena y con menos movimiento que la Terminal del Lido en Marianao, pa´ que tengan una idea. Por supuesto, si no había vuelos, no había agua, no había cafetería, no había nada, sólo una máquina de Coca Colas apagada y cerrada con un candado al estilo cubano. Llegado el último vuelo me dejaron sólo, sin nadie con quien pelear, ni a quien mentarle la madre. Solos yo, una señora que a lo lejos pasaba lentamente una colcha de trapear y mi móvil al que, cada diez minutos, llamaba mi esposa desesperada para saber si ya había resuelto.

– Nada, me he quedado trabado en el fin del mundo.

Dormí como pude, sentado en unas sillas metálicas. Sobre las diez de la mañana del siguiente día sábado, se presentó un militar de alta graduación (supongo por el número de estrellas y el número de tracatanes que le seguían). No hablaba inglés, pero traía un traductor que dominaba un inglés primitivo. En honor a la verdad el tipo fue muy amable conmigo, pero yo a esa hora estaba hasta los cojones de esperar y me exploté, manoteé y por supuesto me cagué en su madre. Por suerte para mí, el tipo no entendía español; pero sabía por donde iban los tiros. Tanta algarabía no podía ser otra cosa que alguien que quería meterle el pié. me escucho con la calma más grande del mundo y luego alzó el dedo índice que puso frente a mis ojos y comenzó a hablar despacio, bajito. El secretario tradujo:
- Fíjate lo que te voy a decir. A mí todos en este país me respetan. Ahora bajas las manos, bajas la voz o te va a pesar. Estás en mi país no te olvides de eso; sin importar de donde tú vengas, con sólo hacer así (chasqueó los dedos) desapareces y más nunca saben de ti… ¿OK?– dijo recalcando las palabras mi país como quien habla de su propia finca. Hizo una pausa, se acomodó el pelo y recobró la palabra – Estoy seguro que tú entiendes eso y vas a cooperar. A ver, dime el teléfono de tu embajada…

La embajada cubana. ¡¿Cómo no se me había ocurrido antes?! Y esta posibilidad arrojó un poco de esperanza a mi mutilado ánimo. ¡Ahora va a saber el soldadito este!

- Oigo… ¿La embajada cubana?… chico mira estoy en el aeropuerto trabao y… ¿qué?… no, no yo no vine en misión oficial. Sí chico, yo vivo fuera de Cuba, pero claro que soy cubano… viajo con pasaporte cubano… ¿qué? … pero déjame explicarte porque el problema es que necesito ayuda de… ¡qué tú dices! ¿qué yo no soy cubano? ¿Y qué carajo soy entonces…? ¿pero cómo que ustedes no tienen que ver conmigo?…oye… oye no cuelgues… oye…
Los cubanos somos todos huérfanos, no pertenecemos a nadie ni a nada, ningún gobierno responde por nosotros cuando estamos perdido por el mundo: ¡Arréglatelas como puedas… tú no eres cubano… nosotros nada tenemos que ver contigo…! me dijeron aquellos que supuestamente están allí para representarme. ¿Cómo explicaba yo que llevo un pasaporte de un país que no es el mío? Quedé con el teléfono frío en la mano oyendo el tono de ocupado… no podía creerlo. ¡No soy cubano! ¿Qué soy? ¿Quién soy? Soy nada. Miro al militar que se engrandece ante mí como quien tiene ante sí una cucaracha. Le veo, en mi imaginación, alargar la mano para aplastar al bicho que ha osado cagarle el uniforme y aún dibujo una sonrisa lastimosa.

¡Soy el ser más desvalido del mundo!
Tras de la comitiva que me mira lastimosa alguien pide permiso. Mi esposa ha movido cielo y tierra por mí y, su cónsul; no el mío, el cónsul de mi mujer; que ha pospuesto su partida de golf sabatina, ha venido a interceder por mí en persona. Viene acompañado de los representantes de la empresa. Traen en su mano una autorización temporal de pase al país. El lunes enviarán la confirmación de la Visa, asegura el cónsul que ha hablado con el primer ministro. Salgo del aeropuerto 18 horas después de aterrizar. Nos movemos raudos hacia Tirana, pero a mitad de camino el chofer hace descender la velocidad y nos movemos a la velocidad de paso, a pesar de la carretera está despoblada. ¿Qué pasa? -pregunto - No pasa nada, sólo un punto de control de las fuerzas de paz de la ONU.

Veo gente armada por doquier, a lo lejos aterriza un avión militar de carga. Aceleramos nuevamente y veinte minutos después entramos en Tirana en el momento que desde el minarete de la mezquita de Ethembey se anuncia el comienzo del servicio religioso.

Para encontrar otras historias y puntos de vista interesantes sobre Cuba y los cubanos de hoy, GeNeRaCiOn AsErE les recomienda el BLOG Jinetero, ¿... y qué?

8 comments:

Anónimo dijo...

No esta demás decir que en la isla el cubano también se haya en una desventaja constante, porque a los ojos del Régimen todo aquel que no grita, que hace dejación de su cuota de picadillo de soya, o que no mueve con animo la banderita en las tribunas, se convierte por decantación en ciudadano de segunda. Claro, lo peor es que tampoco están resguardados aquellos que apoyan al gobierno y se disputan entre -¡Vivas!- las tristes migajas de la miseria que reparte el Comunismo.
En Cuba nadie esta a salvo frente a una bronca con un ciudadano extranjero, ni los jinetes, ni los policías... en verdad los yumas allí lo pueden todo, con su moneda dura y con el miedo “oficial” a un conflicto político e internacional que acarrearía el presunto atropello a un diplomático o a un turista.

Anónimo dijo...

Hey...aseres no somos nada... Lo digo porque a los ojos del resto del mundo, que poco o nada puede entendernos, nosotros los seres mas complicados del mundo, los que mas seguridad, visas, cartas de invitacion, documentos, controles etc... necesitamos. Lo primero que lo recibe a uno es de contra que viras, son tres mil dos modelos que como soy cubano, como dice la cancion tienes que llenar, para entrar en tu propio pais. Que quedara para las restantes naciones, que nos reciben, en la ultima de la cola de las aduanas, donde pone un letrero bien claro y firme-OTRAS NACIONALIDADES- en las que entramos junto con Burundi o Perú y salimos en coche si delante de medio aeropuerto nos separan de la cola como unos seres peligrosos y de dudosas intenciones...

Anónimo dijo...

Lo mas bonito de todo eso, es que ademas de decirte que tu no eres cubano, pa' entrar al pais si tienes que tener el pasaporte cubano que vale en suma de los 6 anos 400 dolares, creo el mas caro del mundo, para eso y para recogerte todo tipo deimpuesto por cualquier papel mierdero que solos ellos se les ocurre, si eres cubano

Güicho dijo...

Muy buena la historia del Yoyo. Sólo a un cubano se le ocurre irse a Tirana y manotearle a un militar. O manotearle a cualquier albano. En ese país se nace bandolero o violador de ovejas. Y hay dos rifles, una pistola y dos granadas por familia.

General Electric dijo...

Empingao!!! Un redoble de tambor en el pecho desde por la mitad hasta el final. La catarsis es ineitable. Coño, Yoyo, y todavía tú te quedaste en ese país? Después de lo que pasaste, a mi hay que sacarme de ahí en el primer globo que alce vuelo, pa su madre

Osvaldo Cleger dijo...

Yo creía que solicitar una visa en el Consulado Chileno de Los Ángeles el pasado diciembre había sido un infierno. Pero que va. El infierno es esto y se llama Tirana. Me gustó este testimonio, Jinetero.

GeNeRaCiOn AsErE dijo...

conooo cleger, apareces, me alegro mucho.

Estoy de acuerdo con Gerardo, yo también hubiese echado un 'patica pa' que te quiero' sober-ano, siempre más sober que ano, por su puesto.

t

Ivis dijo...

Yoyo, buenísimo, me siento muy identificada con tu historia.
Te cuento una: resulta que hace dos años fui a Cuba sin darme cuenta de que mi pasaporte estaba vencido, el sello tenía que habérselo puesto pero como aquí cuando ya has pasado el papeleo inicial y eres persona, se te olvidan esas menudencias, o mejor dicho, estamos tan hartos que yo creo que el olvido es voluntario, pues bien, se me había olvidado.
El caso es que al llegar a la ventanilla, muy nerviosa porque como siempre te la hacen pasar canutas y nunca sabes si te van a quitar la mitad de lo que llevas de regalo, resulta que en vez de un agente me tocaron dos: una aprendiz y el otro parecía ser el instructor. El caso es que empezaron a mirar el pasaporte con todo lujo de detalles y, como siempre, me ordenaron que mirase a la cámara y todo ese mal rollo. Entonces, cuando ya pensaba que saldría del trámite sucedió: la chica se sonrió y miró a su instructor, quien también se sonrió con complicidad. Yo no entendía nada, y ya me estaba acomplejando por la intriga que estaban formando aquellos dos troncos de hp.
Entonces la satisfacción, el orgasmo: -Compañera ¿sabe que su pasaporte está vencido?, con expresión grave de quien te ha cogido en un delito de cárcel.
Y yo desayunándome del tema (también es que mi despiste es demasiado) -pues no. Y ella -pues sí, está vencido. Y yo (ya acostumbrada a encontrar solución a las cosas y calculando en cuánto me saldría la jugada, no sabía si habría represalias por la demora y además) -¿y qué se puede hacer?. Y ella, con voz de mala gana: -pues no sé, párese por ahí y espere. Y yo, que no me creía que no supieran, y ya consciente de que al menos una residencia fuera me amparaba les pregunté, ya con tono irónico: -¡¿Cómo que no sabe?! ¿Usted no trabaja aquí? Y ella, feliz por haberme sacado de mis cabales: - tiene que esperar a que llegue el jefe, para ver qué hacemos. Y a todas estas ya mi novio, que viajaba conmigo, había pasado y no sabía nada de mi demora.
Mira, al final, como la naturalidady la educación son dos herramientas que abren puertas, fui y busqué al tal jefe yo misma, y lo único que dijo fue: -¿qué pasa con esta muchacha? y nada, me dejaron pasar y me dijeron que tenía que ir al día siguiente a primera hora a actualizarlo, lo único que les faltó fue darme unas nalgaditas, y a mí, entonar un Mea Culpa.
Tremendo mal trago, es indignante que el primer encuentro que tengas con tu país sea esa mala impresión de encontrarte con gente frustrada y desagradable, y encima chantajistas, porque en todas las ocasionesme he encontrado con gente que me quiere extorsionar con el tema del equipaje. Qué vergüenza de país y qué vergüenza de coterráneos (que podríamos ser nosotros mismos).