Guapería adquirida en Miami y el nivel de ruido en el Sur de la Florida.

Carnaval de Miami

El portavoz socialista de Madrid, David Lucas -sonómetro en mano y en plena calle- denunció este martes a las doce del día -hora pico- que la capital española es la segunda ciudad más ruidosa de la Unión Europea, sólo después de Atenas. Madrid, la segunda ciudad más ruidosa de Europa

Estimado Lucas,
Comparto su desvelo, aun a pesar de que soy portador y practicante del ruido en todas sus formas, créame que lo mío es un fenómeno cultural y a hasta he llegado a pensar que soy victima de un reflejo incondicionado. Caballero, ¿por qué nosotros gritamos tanto?
Si es cierto eso que los tipos serios nacen con dos tragos de menos... también lo es, que los cubiches llegamos al mundo con dos rayitas de más, en control del audio.
Los 100 decibelios que marcó ayer Madrid, se superan fácilmente a las doce de la noche en cualquier funeraria cubana de Miami. No quiera usted encender el son-ómetro al mediodía en un Bakery de la ciudad de ‘Giteria Gardens’ perdón, quise decir Hialeah Gardens... amigo Lucas, sé bien que los griegos se suben a la mesa cuando están contentos... pero que vaaaaa,
¿Acaso no sabe usted de donde son los cantantes? Ruido en Miami. ¡Oye papito, pon el ‘paracaídA’ en marcha ‘atrá’ y piérdete de la cola por donde mismo entraste, Right now!!! Algo así, le dijo una gordita medio ‘engrifá’, a un despistado colon que se le había puesto delante. Películas como estas, están disponibles y sin alquilar -a la orden del día- en cualquier cola del condado Dade de la Florida.
Guapearía adquirida
Aquí en Miami cualquiera grita, es como una pose, un trade mark, el instinto de conservación para no andar encueruso... el bastón del cual asirse sobre el castellano con distintiva identidad, en un país donde el idioma, las costumbres y el gusto son completamente diferentes.
Lo mismo frikys, mickys que repas, tan pronto como afincamos en Miami, el tono de la voz nos sube otro par -extra- de rayitas... y ni hablar de los que le han colgado un adorno de dos huevos... al tubo de escape de sus camionetas, los audacios que desfilan por ahí, onda -¡corneta, toque usted a degüello!- que cuando suenan el claxon, no se sabe si es el TITANIC o el tren de Okeechobe, lo que está arrollando por el medio.
Añoranza por la rufa
Conclusión señor Lucas, si quiere multar a los ciudadanos madrileños, entonces viaje usted a Miami, para que sepa lo que es el aguaje en altos decibelios. En la ciudad donde resido, el chancleterismo urbano se ha tecnificado de tal forma, que el nivel de ruido que hacen las personas supera incluso, los limites ‘permisibles’ de las guatacas caribeñas.
Hoy por hoy, uno extraña a aquellos rufas de antaño, quienes conservaban en la isla, aquel pudor de hablar bajito y cubrirse la boca con sus coloridos pañuelos; que si tenían que pitar... pitaban, pero coño, en honor a la verdad, allá el galletón se ahorraba menos y la gritería sobraba muchísimo más.

GeNeRaCiOnAsErE/tony