El fin de la tuerca. En la Cuba de hoy sobran los dirigentes y faltan líderes populares.

Un cambio que nada cambia
Las sustituciones anunciadas ayer por La Habana, no cambian esencialmente nada en la estructura de poder del régimen cubano. Durante más de medio siglo el gobierno real se ha concentrado en apenas tres o cuatro figuras inamovibles, primero bajo la égida del ex comandante y ahora bajo la su hermano, todos los demás puestos han sido siempre ‘reciclables’, ejecutores secundarios de una trama estratégica, que ni aun ellos – los dirigentes de segunda- tienen claro. En última instancia, la concentración de poder es el único instrumento capaz de mantener en pie a una dictadura.
Carencia de líderes reales
Si hay algo que pone al descubierto estas demociones dentro del gobierno cubano, dictadas ayer sin razón o aviso previo –al estilo stalinista- por Raúl Castro, es la clara escases de individuos con capacidad de mando. En la Cuba de hoy sobran dirigentes y faltan líderes con arraigo popular. Poquísimos cuadros –dentro del gobierno- surgieron gracias a su propia popularidad, en el seno de una escuela, de una vecindad o de un centro de trabajo, lo anterior agranda el abismo entre la población y su gobierno que carece de legítima representatividad.
Un país no es un cuartel
La practica militar del ordeno-mando, sustituye hoy en Cuba al liderazgo civil y se ha instalado gradualmente en el país, como la única vía de retener la autoridad. Hoy como nunca antes y a todos los niveles de la Sociedad, los cubanos tiran hacia adelante impulsados por el miedo, el régimen es menos popular que antes y a la vez, más temido que nunca, pero ‘un país no es un cuartel’ como diría nuestro héroe y por cada vuelta que se le da a la rosca, se está precipitando el mismísimo fin de la tuerca.
GeNeRaCiOnAsErE/