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20 de julio de 2007

On viernes, julio 20, 2007 by GeNeRaCiOn AsErE in    4 comments


Si hay algo que diferencia a los cubanos
con el resto de los ciudadanos del mundo, es toda la maquinaria burocrática que nos aplasta con sólo pensar en viajar. Ya una vez que estamos "fuera", aquel barullo de las cartas de invitación, los pasaportes, las tarjetas blancas, ó las entrevistas con el oficial del Ministerio del Interior, sin abundar en el papeleo que indaga si pasaste o no el Servicio Militar, y cuanto estúpido papel piden, son -con suerte- parte de un mal recuerdo.
Pero la pesadilla que creíamos superada, vuelve señoras y señores, con el tramite de regresar a visitar tu patria, resucita otra vez el asesino de cabeza escachada, y en una espiral de horror, que ni la de la parte 15 del filme Viernes 13, regresa eterno el papeleo.
Resulta que después de 4 años de estar por estas tierras de la Patagonia, pensé que ya era hora de regresar a Cuba de visita. Y por tanto: ¡Empezaron los trámites! En aquel entonces a los sesudos del MintInt se les ocurrió la idea de la "vigencia de viaje". Así es que fui con mi pasaporte a la oficina cubana para estampar el salvoconducto con la esperanza puesta en que era un trámite rápido y fácil. -¡Que inocente!- Al parecer me había acostumbrado a las rutinas de un país que funciona.

Con los dólares en la mano llego al consulado cubano en Santiago, una casa color "caca colorá", que desentona en medio de un bonito barrio, como debió ser el Vedado en sus mejores tiempos. Mientras espero en la sala decorada con afiches picuos y la foto de "quién tu sabes" llama mi atención un papel pegado en la pared que indicaba: COMPANEROS, TENGAN CUIDADO CON UNA SERIE DE BILLETES FALSOS (dólares) QUE CIRCULAN EN EL PAIS. Por mi sana precaución metí mano y saqué la billetada para comprobar si la sonrisa del cajero de la Casa de Cambio era natural o nacía de la más oscuras de las picardías. UFF!!, ¡Que suerte! No tenía ningún billetico marcado.
Al fin, me llegó el turno (la verdad que aquello parecía una Oficoda convertida en Funeraria) y sentado ante la funcionaria comienzan las preguntas de rigor, ese escrutinio con aire desinteresado y de cansancio matinal:
- ¿y en Cuba a dónde se va a quedar?
- En casa de mis padres-
- Bueno, lléneme este papelito con sus datos y la dirección en Cuba. Son 150 dólares.-

Estiro la mano con el dinero y a cambio recibo un papelucho, una fotocopia de formulario para entretenerme llenando. De pronto, un escalofrío me corre por la espalda cuando pierdo de vista, tras el escritorio, mis billeticos, como si fueran a parar a una gaveta lejana y en ese instante ya presiento un oscuro desenlace.
¡Comienza la función!

¡Oiga, pero este billete es falso, JUM...entregándome a mí un... !

- ¿pero cómo? tiene que ser un error, si lo acabo de revisar, y ...

- ¡No lo revisó usted bien, compañero!

La miro en silencio unos segundos que me parecieron eternos, la impotencia me subía como una ola de calor llenando mi pecho, sentí unas ganas inmensas de gritarle –¡El único compañero que hay aquí es el del cuadro!- y saltar como Sandokan sobre su pescuezo. La verdad es que no lo hice, pues de pronto imaginé a mi pobre pasaporte como un barco anclado en los profundos cajones de “aguanta este hasta que se reviente”, o sirviendo de posavasos con sus tiernas hojitas en el aire desprendidas, excomulgadas por la venganza de un fatal mitin de repudio.
He ahí la magia, que poder el burocrático obra sobre una persona que ostenta cierto “puestecito”, la funcionaria antes soñolienta era de pronto un domador sádico y perverso, menos mal que se trataba un pequeño pasaporte, porque a juzgar por su cara de circo, si hubiera sido un papel más largo les aseguro que solo por divertirse se hubiera limpiado el cucurrucucu...palomaaaa...con el.

En fin, respiré profundo, tragué un buche de rabia tibia y me levanté que jodia de aquella silla, sintiéndome estafado por aquella funcionaria de dedos muy rápidos, que supo capitalizar en un segundo, toda la inseguridad vulnerable que los trámites migratorios han sembrado en nosotros.
Lo que no supo nunca la desdichada, es que el nuevo billete supuestamente “falso” que me devolvió, result
ó ser increíblemente autentico, pues de vuelta al mismo cajero otra vez -ya menos risueño- no tuvo reparos en certificarlo y cambiármelo luego de un exhaustivo examen, por otros de más baja denominación. Imagínense... para la próxima si fui al segura, conmigo lleve el dinerito dividido esta vez en 150 Washingtones, no fuera que la compañerita funcionaria se me quisiera hacer Juana la loca.

Vayan tomando carta mis aseres del exterior, si tienen que pagar por tramites en consulados o embajadas, para defenderse mejor contra el numerito del billete. ¡Carguen con pesos de a 1 y así nadie les podrá poner mala la jugada.

GeNeRaCiOn AsErE/El kike V. desde Santiago de Chile.

4 comments:

Anónimo dijo...

kike, nos reímos mucho man, ven acá mi brother no se abra aconejado la mujer y te habrá devuelto un billete bueno para que no hubieran líos...
hablamos, t

Anónimo dijo...

kikiricu, los dos nos reimos mucho.

Anónimo dijo...

el abuso de la pasiencia...

Anónimo dijo...

la tortura china