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29 de julio de 2007

On domingo, julio 29, 2007 by GeNeRaCiOn AsErE in    8 comments

(Los eventos que narro son reales, pero los nombres están cambiados con toda intención)

Erase una vez un niño, al que le tocó vivir aquellos tiempos cuando el dollar fue símbolo del mal y el chavito una fantasía revisionista.Durante los 70’s y 80’s, cuando solo se podía comprar juguetes niños un día, durante una semana del año -siempre la misma- la del 26 de Julio.
Aquella improvisación del “Día de los Reyes Revolucionarios” estuvo desde sus inicios precedidas de las colas inmensas y de un sol tropical que se fundía con la desesperación y el jubilo de los muchachos, toda una campaña de marketing que el gobierno “dueño de la alegría”, lanzaba reservándose el derecho de jugar con la felicidad de los pequeños y de paso también, regalaba dos días festivos de bebederas y bacanal para los grandes por esa fecha .
Año tras año se crearon expectativas paternalistas en la población del tipo “gracias a la revolución tengo: juguetes… o una caja de cerveza… o una cabeza de puerco… o simplemente ya al final de los ochenta, cuatro rollos de papel sanitario.
La dependencia de la gente ante un régimen de facto que lo controlaba todo, era aun más obvia en los momentos que el Estado aumentaba sus regalías. Justo antes de la fecha de "reafirmación revolucionaria" más importante del año, las tiendas convencionales (en la Cuba de entonces se habían erradicado las jugueterías) se llenaban de muñecos, bicicletas y soldaditos.

Recordemos los tres tipos de juguetes que nos obsequiaba el Ministerio de Comercio Interior, estaba el “Básico”: el mayor y que se parecía al sueño de nosotros mismos, luego seguía el “NO-Básico”, que era un juguetico de entre semana, una pistolita de agua, una cuña, algo para llevarte al receso escondido en la maleta y cambiar por sellos o pescaditos a los otros chamas. Finalmente teníamos el dirigido, que era una caja de bolas y vete en coche... Aquellos fueron nuestros juguetes, con los que teníamos que tirar durante todo el año, hasta que el Período Especial acabó con las dádivas revolucionarias y luego de la instauración del “CapiSol” llegaron los fullas y las shopping y ya los padres salieron a forrajear “a como fuera” los jugueticos para sus niños.
Bueno volvamos a la historia…

Para nosotros, los chamas de entonces, la cosa empezaba en la Oficoda (una oficina regional para organizar el racionamiento, o sea, la pobreza) allí, en una suerte de lotto o tómbola se repartían los tickets con la fecha y el día en que podríamos entrar “tan solo por unos minutos” a esa tienda de juguetes. Nunca pudimos bacilar eso de meterte una hora decidiendo que es lo que te gusta, nooooooooooooo, nada de eso. Si el turno era para el tercer o el cuarto día, el inventario del recinto ya había disminuido tanto que el niño no le quedaba más que esperar a que llegara el próximo año.
Ah, -y este es de verdad mi historia- una vez la cogí con una escopeta de perles GRANDEEEE… y me escapaba con mi socios Yair y el Tata para verla en la vidriera, allí pensábamos juntos a cuantos gatos le caeríamos atrás, en cuantas guerras ganaríamos en la mismísima Dionisia y cosas así.
Por desgracia me tocó el tercer día y el “tata” que tenia un master en “mataperreria”, se me rajó en el último momento y quiso una bicicleta para llegarse a la Ciudad Deportiva. A Yair el pobre, se lo llevaron para Santiago y quedó "empalestinao" sin juguetes ni vacaciones hasta Septiembre. Yo me tuve que conformar con unos jugueticos de medio palo, aterrillado en la escalera del edificio, llorando a moco caído por la perdida de mi escopeta, la que nunca pude comprar por la tragedia de no alcanzar ese turno bajito, que era todo lo que los niños de entonces le pedíamos al rey “Magu”, el dueño revolcionario de los
truenos y de las causas imposibles.
Desconsolado y preguntándome -¿ por qué estas cosas me pasan a mí ?, de pronto topeé con Raulito Osorio, el chamaco más duro del barrio y el socio empezó a darme cuero al verme mocurriento, pero al minuto paró al caer en cuenta de que yo estaba hecho leña, entonces como por arte de magia me guiñó un ojo y dijo -espera, que yo vengo con la escopeta- Como a la media hora se apareció con dos socios y un cartucho de huevos. Salimos por ahí, a joder… a tocar timb
res y a dejar restos marquesitas en las aldabas, a gritarle al loco del barrio –¡macri , el coñodetumadre!- y a zumbar una artillería de huevos a la cocina de la ruta 27. Bueno, acabamos…
Luego del fragor de la jodedera, casi radiante ya olvidaba cómo y por qué aquellos tipos del sexto grado me habían dado un chance. Claro, después de ese día nunca más me tuvieron en cuenta, ni para bien o para mal, solo nos saludábamos con alguna que otra complicidad y ya está.
En verdad el padre de Raúl se había suicidado años atrás, él era el mayor de cuatro hermanos y su mamá Miriam ( conocida como la “Makeba” por la cantante) tenia fama de vender el turno de los juguetes de sus niños, de traficar con “duro fríos”, “coquitos” y toda suerte de golosinas e inventos, con tal de sacar algún dinero para darle de comer a sus chamaquitos.

Yo creo que a Osorito le debo más que a todos esos años de juguetes selectivos, porque si al fin y al cabo nunca alcancé mi escopeta, al menos tuve la suerte de encontrarme por aquella tarde con algo mas empingao que el básico, el no básico y el dirigido.

GeNeRaCiOn AsErE/ tony m.

8 comments:

GeNeRaCiOn AsErE dijo...

Recuerdo bien el sufrimiento ese y la expectativa de mirar los juguetes en la vidriera, a veces con un turno medianamente ok y la esperanza de que cierto juguete estuviera todavía allí en el momento de la compra. Nunca lo estaba. Mi Mamá, tras ciclos de decepciones, uno de los últimos años que recuerdo de estos días de los niños, compró el turno y me compré una bicicleta.
Alberto

Anónimo dijo...

Yo me quedé con las ganas de comprarme alguna vez un juego de cuñas eléctrico, de esos con pista y puentes y to´ eso, pues nunca bajé del cuarto día.
Muchos años depués ya casi había olvidado aquello y un buen día entro a una juguetería fuera de Cuba y comiendo mierda me pongo a ver todo y me fui del mundo. Cuando la empleada vino a preguntar en qué me podía ayudar me agarró haciendo ruidos de motor con la boca BRRRR... y jugando. ¡Coño qué pena pasé!
Na´ traumas que le quedan a uno.
Saludos
El_Yoyo
Mi Blog en: Jinetero... ¿Y qué?

lola dijo...

Cuando mi hermano menor vino a España por primera vez, (en la segunda ya se quedó) quería comprarle un camión de bomberos al hijo, había visto uno en una juguetería cerca de casa y hasta allí fue pero con tan mala suerte que no quedaban en el momento que él fue, la empleada le dijo que pasara dentro de un par de días que tendrían de nuevo, el caso es que mi hermano al llegar a casa, se puso a llorar como un niño porque no había camión y no se lo podía mandar al hijo, trabajo nos costó convencerlo de que aquí los artículos sí se reponían. Es terrible cuando uno piensa en estas cosas, porque pudiera parecer una anécdota graciosa pero no lo es por todo lo que entraña.Un saludo afectuoso.

GeNeRaCiOn AsErE dijo...

esas historias son tristes, cómicas y en general bastante surrealistas, como la vida que nos tocó vivir...uno nunca deja de sorprenderse.

Caballero si ustedes me ven a mí y a mi esposa paralizados juntos a los niños más chiquitos del parque, disfrutando del desfile de las carrosas y los muñecos de Disney World. Fue algo como el título de las composiciones que nos mandaban en las pruebas finales de 6to a 12 grado “Aquella tarde inolvidable”, pero en ese caso lo fue de verdad.
Yo incluso me aprendí el saludo de Mickey , así rahhh... “por joder” y lo seguía haciendo por la noche a mi esposa, que ya no sabia si reír o llorar luego haber reencontrado un pedazo de su tiempo perdido.
Cuídense. t

Maylin dijo...

Las jugueterias son uno de mis lugares preferidos. Una de las cosas que mas sueño con poder hacer con mis hijos, cuando los tenga, es jugar con ellos como una niña mas.
Maylin

Anónimo dijo...

genial t, esa ansiedad por los juguetes yo la vivi pero a la inversa y varios años después, pues aunque es verdad que en los 80s la cosa mejoró notablemente, luego el rematazo fueron los 90s, caballero de vuelta al lejano oeste. No habia nada de nada, ni basicos ni no basicos y menos que menos dirigidos. Me acuerdo de zapatear Galiano arriba y abajo, en el año 90 tratando de encontrar alguito para mi cumpleaños, terminé comprandome una suiza de pita de nylon, la de los sillones metalicos, en Roseland, se imaginan Roseland, con solo dos juguetes en aquella tienda, suizas y bolas para los varones. En fin cada uno de nsootros ha vivido etapas diferentes pero unidas en una añoranza por algo mejor, dificil y a la vez tan sencillo, como los juguetes...

Anónimo dijo...

ari, por que no nos haces un cuento de suizas y bolas...
nos vemos,t

Anónimo dijo...

Yo todavia compro juguetes...